
¿De dónde viene la corbata?
Es una pregunta que todos los franceses deberíamos saber responder.
Al fin y al cabo, la corbata es un accesorio originario de Francia.
Sin entrar en pomposos detalles históricos, baste recordar que el corbatón fue inventado por un regimiento de húsares croatas reclutados por el ejército del rey Luis XIII durante la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648).
En Croacia, era tradicional que los guerreros llevaran consigo un pañuelo, como símbolo de su fidelidad conyugal y recuerdo de sus familias en casa.
En 1633, el cardenal de Richelieu, obligado a reconocer que estos guerreros croatas tenían muchas cualidades en el campo de batalla, recomendó que fueran reclutados en los ejércitos franceses. Resultó ser una sabia decisión, ya que los húsares croatas lucharon por Francia hasta que su regimiento fue disuelto durante la Revolución Francesa.
Durante la Guerra de los Treinta Años, los húsares croatas se distinguieron por su valor y espíritu de lucha, recibiendo honores del rey Luis XIV, que en 1666 nombró a su regimiento «Royal Cravate».
El pañuelo croata fue rápidamente adoptado por la aristocracia francesa antes de internacionalizarse en el Reino Unido (el elegante Carlos II, rey de Inglaterra, fue uno de los primeros ingleses en llevar uno).
Hoy en día, la corbata está aceptada en todo el mundo como parte fundamental del traje.
¿Cómo se lleva la corbata hoy en día?
Además de la tradicional corbata de seda, ahora también se llevan corbatas de materiales como la lana.
También estamos asistiendo (para mi gran alegría) al regreso de la llamada «corbata de ganchillo», que se confecciona con punto de seda y, en mi opinión, es la forma perfecta de vestir a un hombre. Pero este renacimiento de una corbata que ha sido ‘has-been’ desde mediados de los 80 ha llegado al precio de un redimensionamiento: el corte original de estas corbatas se ha abandonado para ajustarse mejor a los estándares actuales y, por tanto, se ha alargado (tradicionalmente apenas llegaba al ombligo).
En cuanto a las corbatas «tradicionales», no ha habido grandes cambios en los últimos años: la irrupción de las corbatas finas se ha agotado y ahora preferimos modelos híbridos entre finos y anchos (las corbatas anchas parecen más un babero que una corbata elegante…).
En cuanto a los estampados, como siempre, es de mal gusto llevar modelos estampados. Hoy nos decantamos por los estampados lisos, de palo o de tono. Pero al final, como siempre cuando se trata de estilo, todo vale siempre que se sienta cómodo llevándolo (NDR: sigo estando en contra de los modelos estampados, sobre todo si son demasiado extravagantes).
¿Y usted? ¿Cómo lleva su ‘Royal Cravat’?